Tic tac tic tac. Los segundos no paran de avanzar mientras mi cabeza se queda atrás, demasiado atrás, cuando todo parecía imperturbable y la vida abría puertas que hoy se cierran. No es tan fácil, siempre te lo he dicho. Me hubiese gustado que todo fuera distinto, que esa complicidad que nos unió al principio hubiera conseguido paralizar mi vida, para más tarde darle el sentido que pocas veces ha tenido. Pero la realidad raramente tiene algo que ver con los sueños, y a idealizadora pocas personas me ganan.
Y te veo feliz y en lo más profundo de mi corazón me alegro, aunque los miedos me impidan afrontar con optimismo la situación. Trato día tras día de hacerle caso a esa parte racional que hace años dejé olvidada para sentirme más viva, y que hoy nuevamente me hace falta para no caer en la falsa conclusión de que voy a quedarme para siempre sola.
Recuerdo ya casi con nostalgia las horas entre abrazos, caricias, piques y risas. Las carcajadas que salían del fondo del alma, las noches de conversaciones interminables. Las mañanas cuando, cogiendo el ascensor, me daba la sensación de bajar del cielo al infierno. Y volver al lunes, a la rutina.
Todo es tiempo. Perdóname por empezar a echarte de menos cuando aún no te has ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario