viernes, 29 de abril de 2011

21.

Noches interminables de deseos que quedarán para siempre en el aire. Del quiero y no puedo. De lluvia incesante. Felicidad y tristeza entremezcladas de una forma extraña y quizás demasiado armoniosa. Sabor agridulce en las despedidas. Los pensamientos se esparcen sin control y la mitad de mi tiempo se ocupa en tratar de ponerlos nuevamente en orden, reconstruir escenas ya intangibles, momentos que se borran poco a poco de la memoria. Saber que se es poseedor de la felicidad absoluta y sentirse impotente por no poder disfrutar de ella.

Mañana será otro día. Empieza un nuevo año que, espero, me devuelva tantas sonrisas como las que he conseguido grabar en mi corazón hasta ahora.

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