miércoles, 24 de agosto de 2011

Sueños.

El calor la arrancó una vez más de aquel sueño tan recurrente durante las últimas noches. Se destapó con fuerza, casi enfadada, y se levantó de la cama para lavarse la cara. El agua podía llevarse las lágrimas, pero no la realidad de que aquello jamás había ocurrido. Estaba confundida, tener sueños tan vívidos la hacía sentirse extranjera en aquel cuerpo que parecía que no fuera el suyo. Se tumbó en el frío suelo con la mirada fija en el techo. La mente en blanco y sólo el sonido de su respiración. Al recuperar la consciencia no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado, pero había vuelto a soñar, o quizás su imaginación había encontrado una rendija por la que abrirse paso. Se vistió y bajó a la playa para ver amanecer. La caricia de los primeros rayos de luz en su piel le recordó que seguía viva. Aún había esperanza.


“Tal vez por eso huimos hacia los libros; buscamos encontrar en ellos lo que nos negamos a sentir nosotros mismos.”

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