viernes, 29 de abril de 2011

21.

Noches interminables de deseos que quedarán para siempre en el aire. Del quiero y no puedo. De lluvia incesante. Felicidad y tristeza entremezcladas de una forma extraña y quizás demasiado armoniosa. Sabor agridulce en las despedidas. Los pensamientos se esparcen sin control y la mitad de mi tiempo se ocupa en tratar de ponerlos nuevamente en orden, reconstruir escenas ya intangibles, momentos que se borran poco a poco de la memoria. Saber que se es poseedor de la felicidad absoluta y sentirse impotente por no poder disfrutar de ella.

Mañana será otro día. Empieza un nuevo año que, espero, me devuelva tantas sonrisas como las que he conseguido grabar en mi corazón hasta ahora.

viernes, 22 de abril de 2011

Palabras.

Despertar. Respirar. Silencio. Empieza el día. Palabras. Recuerdos. Rabia. Decepción. Lágrimas. Mente en blanco. Esperanza. Realidad. Desilusión. No hay mayor tristeza que la causada por la soledad del que nunca está solo.


"Y si la vida es un instante hoy quiero olvidar que existo. Quiero escapar a mi desierto sin ser visto. Salir de este círculo, volar a otro lugar, quedarme quieto, allí la soledad es mi amuleto."

miércoles, 13 de abril de 2011

Derrota.

Mirada perdida. Personas a mi alrededor. ¿Qué hago aquí? ¿En qué momento mi vida se convirtió en una frustración diaria y constante? Atrapada en este cuerpo. Es de cobardes huir así, pensar en dejarlo todo, abandonarse al abandono. Días rápidos y noches demasiado largas. Ver morir lentamente a la ilusión. Pensar que la libertad sentida días atrás tan sólo era un espejismo, algo intangible, efímero. Estupidez al proponerse hacerlo bien esta vez, sin intentarlo con las fuerzas suficientes. Derrota.  Lágrimas. Y volver a empezar.



“Soy dos mujeres: una desea tener toda la alegría, la pasión, las aventuras que la vida me puede dar. La otra quiere ser esclava de una rutina, de la vida familiar, de las cosas que pueden ser planeadas y cumplidas. Soy el ama de casa y la prostituta, ambas viviendo en el mismo cuerpo, y una luchando contra la otra.”



Tormenta.

Una vez más, sentada en el que empieza a ser ya mi sillón, sumergida en un libro abierto, aprendiendo sobre la vida, sonriendo al sentirme identificada con demasiadas cosas. A mi alrededor, el silencio, un silencio creado especialmente para mi, para hacer más plácida mi lectura. La tranquilidad de un domingo por la noche, tranquilidad forzada quizás, pero necesito parar el tiempo, frenar este ritmo vertiginoso, dedicar unos minutos a sentir la calma. Miro a través de la ventana, el cielo anaranjado trayendo nubes de tormenta y un rayo de repente ilumina la oscuridad. El cielo ruge. ¿Puede existir algo más perfecto que una tormenta de verano? El pelo se eriza ante la grandeza del mundo y unas palabras que me ayudan a salir del trance: “me encantan estos momentos de calma”. Inevitable no sonreír.

Salgo a la calle, grandes gotas empiezan a descender el cielo y recorren mi piel, frías, delicadas. Cuánto tiempo sin sentirme liberada, sin notar como el alma se separa del cuerpo y toda la energía puede disiparse para volver después y empujarme de nuevo a la vida. Y allí está otra vez su mirada cariñosa, que siempre consigue ver la niña que hay en mí, y no necesito mucho más que eso para ser feliz. Que nunca pierda la capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas, de reencontrar las fuerzas cuando todo parece perdido.


"Está lloviendo, y a esta hora de la noche nadie anda por allí, pero anduvieron muchos durante muchos años, décadas, siglos, tal vez el Camino necesite respirar, descansar un poco de los muchos pasos que todos los días se arrastran por él.

Apagar la luz. Cerrar las cortinas."

martes, 12 de abril de 2011

Deseo.

El deseo profundo, el deseo más real es aquel de acercarse a alguien. A partir de ahí, comienzan las reacciones, el hombre y la mujer entran en juego, pero lo que sucede antes, la atracción que los unió, es imposible de explicar. Es el deseo intacto, en estado puro.

Cuando el deseo todavía está en ese estado puro, hombre y mujer se apasionan por la vida, viven cada momento con veneración y, conscientemente, esperan siempre el momento adecuado para celebrar la siguiente bendición.

Así, las personas no tienen prisa, no precipitan los acontecimientos con acciones inconscientes. Saben que lo inevitable se manifestará, que lo verdadero siempre encuentra una manera de mostrarse. Cuando llega el momento, no dudan, no pierden una oportunidad, no dejan pasar ningún momento mágico porque respetan la importancia de cada segundo. 


[[Paulo Coelho - Once minutos]]

domingo, 3 de abril de 2011

Detalles.

Desear guardar todos los momentos en una cajita donde permanezcan intactos, inmutables ante el paso del tiempo, tan perfectos como han sucedido, para que la memoria no los deteriore, no los modifique en su afán por idealizar. Sucede que, en ocasiones, la razón escapa y el cuerpo se deja llevar. Es entonces cuando se disfruta de verdad de la existencia, los minutos pasan lentos y la vida se hace plácida e infinita.

Que esa sonrisa siga iluminándote cada mañana.




Las fresas saben mejor cuando las saboreas mirando al horizonte y soñando con lo que queda por venir.