domingo, 30 de enero de 2011

Si tuviese que contarle hoy mi vida a alguien, podría hacerlo de tal manera que me verían como a una mujer independiente, valiente y feliz. Nada de eso: me está prohibido mencionar la única palabra que es mucho más importante que los once minutos: amor.


Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida. Es mentira: la libertad sólo existe cuando él está presente. Aquel que se entrega totalmente, que se siente libre, ama al máximo.

Y el que ama al máximo se siente libre.

Por eso, a pesar de todo lo que pueda vivir, hacer, descubrir, nada tiene sentido. Espero que este tiempo pase deprisa, para poder volver a la búsqueda de mí misma, bajo la forma de un hombre que me entienda, que no me haga sufrir.

¿Pero qué tonterías estoy diciendo? En el amor, nadie puede machacar a nadie; cada uno de nosotros es responsable de lo que siente, y no podemos culpar al otro por eso.

Me sentí herida cuando perdí a los hombres de los que me enamoré. Hoy, estoy convencida de que nadie pierde a nadie, porque nadie posee a nadie.

Ésa es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo, sin poseerlo.


[[Paulo Coelho - Once minutos]]

Mariposa

Tus alas están más débiles de lo normal
¿Por qué trataste de apagar el fuego con ellas?
¿Acaso no te das cuenta, o no quieres ver,
Que tus bonitas alas son de papel?

Mariposa, eres de esas que enloquecen
A quien te mira pasar
Queriéndote atrapar en un frasco
Pero tú levantas vuelo hacia los cielos.

¿Acaso creías que tanta hermosura
No te podría quemar?
Dejaste que el sueño venciese a la realidad
Y la muerte no perdona tu belleza.

Aquel atardecer, destruida por el dolor
Comprendiste que tienes alas
Pero alas de papel…



Recordando todos aquellos años...

martes, 25 de enero de 2011

Cançons...

A veces sueñas demasiado tanto que lo real no importa,

sientes que los días te transportan y te sientes solo,
apagado como esta ciudad maldita,
que te incita a suplicarle a quienes más te quitan.
Mis lagrimas se han secado,
pagué por mis pecados errados en el pasado,
pero mírame, aquí sentado tan endeble y vulnerable,
callado mientras dejo que el diablo me hable.
Me confunde, su voz me aturde y me abandono,
sólo si cierro mis ojos, veo este trono que merezco,
pero no lo tengo, jamás pondré mis alma en venta,
prefiero ser feliz don nadie a ser leyenda muerta.
Camino lento y no tan atento aunque lo intento,
no me mata el odio, ni el lamento,
sólo el tiempo que me arruga como a un papel inservible,
en mares de irreversibles mares nado yo el impasible.
El niño sensible, el chico travieso y malo,
frágil carne y hueso moldeada al palo,
pero vivo para contarlo y relatarlo,
y sé que es tan fácil morir que tiemblo sólo de pensarlo.
¿Pero que más da? Mejor nada que esta odisea,
y si existe un mas allá pues bienvenido sea.
Hoy estoy borroso y el cristal no está empañado,
y es porque alguien se ha olvidado del príncipe destronado,
que usa muñecos rotos y pinta sus sueños rotos,
en un mundo roto, quebrado por la angustia de otros,
es la historia silenciosa que a gritos fue castigada,
hoy miro entre mis manos y ¿qué encuentro? Nada.



Todos tenemos una historia que debe ser contada,
y guardamos un secreto del que nadie sabe nada,
hablamos con la almohada pero no responde,
la verdad esta ahí fuera si, pero se esconde.

Nach - Interludio 3

domingo, 23 de enero de 2011

Bajo la luz de un amanecer

“Probablemente lo que más me sorprendió de ti al conocerte fue tu amor por la soledad, la sensación de que tus labios, entre susurros, me conducirían a un mundo aún desconocido.”

Tal vez el tiempo haya borrado ya el recuerdo exacto del día en que nos encontramos. Tú estabas allí sentado entre la danzante hierba de aquel parque, saboreando la suave brisa del amanecer, ansioso por ver la luz en el horizonte… Quizá lo que me llevó a acercarme a ti fue la curiosidad, eras distinto a los demás, ¿sino que hacía a estas horas un chaval de unos 18 años por aquí? Aunque la verdad, no podía hablar de nada extraño, pues yo tenía 16.

Observé tu rostro iluminado aún por una tenue luz. Piel morena y brillantes ojos marrones. No me dio tiempo de más, me descubriste.
            “- Perdona, no sé si te he molestado – recuerdo que fueron mis primeras palabras-.
- No, no, tranquila, siéntate, me ha hecho gracia verte allí escondida.”

Me lo dijiste con tal sonrisa y tanta naturalidad, que perdí mi timidez y me senté junto a ti, entablando una conversación casi mística. No eras de aquí, se notaba en tu acento, así que ya había encontrado la forma de empezar a conocerte. “Soy de Jaén. Estoy aquí de visita a unos familiares”. Y ya no hubo quien te parase, me introdujiste en tu vida y yo a ti en la mía. Encontré en tu mirada una confianza nunca antes conocida. Me hablaste de tu pasión por las pequeñas cosas, de tu curiosidad ante lo desconocido, eras como un niño. Yo te hablé de sueños, también de defectos y miedos. Me atrapaste, te miraba atenta, eras libre como yo y así lo sentía. Me dabas tu aura, no pasaba el tiempo, allí seguíamos tú y yo, dentro, muy dentro…

Mi corazón se acelera aún cuando vuelvo atrás entre mis recuerdos. Tu mano acarició cariñosamente mi mejilla, nuestras miradas se encontraron un instante eterno, tus pupilas me describieron lentamente tu interior y, bañados por los tímidos rayos dorados del amanecer, tus labios susurraron “te quiero”, se acercaron a mi boca y me besaste. Beso sensual, tierno, fugaz, ardiente… Todo mi cuerpo se estremeció mientras nuestros alientos se fundían.

Supongo que todo surgió tan deprisa porque no teníamos mucho tiempo y, durante 10 días, fuimos dos almas unidas por nuestra propia existencia, buscadoras de una verdad escondida, ansiosas por aprender los secretos de la vida. Pero finalmente tuviste que marcharte. Sentí que perdía una parte de mí, que poco a poco se fue llenando por los lazos que aún nos unían en la distancia. Pasábamos meses sin vernos, pero tu voz y tus versos reflejados en tinta sobre un papel me hacían cada día más fuerte, sabiendo esperanzadamente que pronto volvería a verte.

Crucé muchas veces España para poder estar a tu lado. Viajes interminables en autobús, perdiendo mi mirada entre los paisajes imaginando como sería nuestro reencuentro. Mi mente nunca llegó a predecir con exactitud ese momento, me sorprendías de tantas maneras distintas… Aunque había cosas que nunca cambiaron, tu sonrisa al verme, nuestras lágrimas después de tanto tiempo echándonos de menos… Bajo la luz de la luna aprendimos a amar, el espacio y el tiempo dejaban de existir para que la mente fluyese entre sensaciones que quedaron grabadas con claridad en mi mente. Nos confiamos nuestros mayores secretos y aprendimos a expresarnos en silencio, sin necesidad de palabras. No todo era perfecto, me lo demostraste muchas veces, pero aceptar tus defectos y reírnos de las discusiones absurdas era quizá lo que nos hacía ver que no hay una verdad exacta, en el fondo éramos muy diferentes. Nuestros caminos eran paralelos, no quería seguirte y tener miedo de lo que te había mostrado la experiencia, sino andar junto a ti, cometer errores para encontrarle el verdadero sentido a las cosas, sollozar entre lágrimas hasta sentir que me descomponía y me fundía con el aire, para más tarde hacer brillar una sonrisa y seguir adelante.

Sé que no te gustaba verme llorar pero hoy sigo sin poder evitarlo. Caíste enfermo. Tumor cerebral sin tratamiento ni operación. El tiempo, desgarrante, me robaba lentamente la luz de tus ojos, tus sonrisas, tus labios… Luché contra él, aún así, ocurrió lo inevitable. Noté como se quebraba mi respiración, mi mirada se perdió y lloré. Derramé lágrimas cada noche durante un mes eterno. Quise ocultarme tras mi corazón pero algo me decía que ese no era el camino correcto. Una mañana, regresé al lugar donde tu magia me hechizó por primera vez y reflexioné. Volví a hacerlo cada semana, en soledad para poder pensar mejor, y así he seguido adelante.

Tú me has enseñado que el dolor es algo a lo que no se debe temer y que no es insoportable. Me has mostrado una verdad: “que no sirve de nada intentar cambiar el pasado y tampoco olvidarlo, puesto que siempre seguirá ahí y, por lo tanto, debemos aprender a asimilarlo y a aceptar cada recuerdo como una fragancia más en lo que es la esencia de la vida”. Por todo eso sé que puedo vivir en un mundo tan sólo con tu alma, en cada sorbo de aire respirar la vida, que continúa a pesar de todo y sólo es el preludio de nuestro reencuentro.

“Tus labios, entre susurros, me han mostrado tantas cosas… Así que hoy, probablemente lo que más me sorprende de mí, es mi amor por la soledad.”

Escrito el 20-04-2006



"A veces no nos dan a escoger entre las lágrimas y la risa, sino sólo entre las lágrimas, y entonces hay que saberse decidir por las más hermosas"





lunes, 17 de enero de 2011

Me gustaría poder decir que todo es distinto ahora, que no siento la necesidad irrefrenable de tener a alguien cerca a quien abrazar cuando aparecen momentos difíciles, y que puedo llenar mi vida independientemente de que exista o no amor en ella. Quisiera poder sentir como pasan los días sin la impaciencia de esperar algún cambio en mi vida, algo que me demuestre que no estoy estancada y que tengo todavía miles de caminos a elegir. De algún modo, siento que ya he escogido mi vida, que el abanico de posibilidades que en ella existían hace ya unos años, ahora se ha esfumado y ha dado paso al mismo futuro aburrido que sobrevive la sociedad en general: estudios, trabajo, matrimonio, hijos y jubilación. Quizás debería haber mantenido aquella fuerza de la adolescencia, cuando quería cambiar el mundo y hacer de él un sitio más justo para todos. Quizás no debería haber abandonado ciertos ideales, aniquilados por lágrimas y frustraciones que me han vuelto una persona muchísimo más cauta y desconfiada. Quizás todavía estoy a tiempo de hacer de mi vida algo distinto, de convertir cada día en una nueva aventura y agotar toda esa energía que no me deja dormir por las noches. Quizás, sólo quizás, mañana el sol brille distinto, y me muestre el camino que debo seguir.